Entrevista
Unión Europea
China
Estados Unidos
Especial Repaso CW 2023

"El contexto geopolítico actual obliga a las tecnológicas a replantearse su estrategia ante la dependencia de China"

El experto legal José María Beneyto reflexiona sobre el impacto en las empresas tecnológicas del nuevo orden mundial aparecido tras el 11-S y las crisis financiera, pandémica y geopolítica que vinieron después. El catedrático de Derecho Internacional, Derecho Europeo y Relaciones Internacionales expone cómo afrontan estas compañías su excesiva dependencia de China y cómo trabajan para diversificar sus cadenas de suministro y cambiar su estrategia de llegada al mercado.

José María Beneyto
José María Beneyto.

La geopolítica, como ha ocurrido este año 2023, marcado por la salida de la pandemia, varias guerras y la ya habitual tensión comercial entre China y Estados Unidos, afecta cada vez de forma más directa a las estrategias empresariales en general y al sector tecnológico en particular, un mercado con un impacto global y transversal y con capacidad de transformar todos los demás sectores productivos. ¿Cuál es el verdadero alcance que tiene en este negocio la era en la que nos hallamos inmersos? ¿Cómo deben actuar los líderes empresariales y tecnológicos en el nuevo orden mundial actual? Sobre estos asuntos y en el marco del Foro ‘Future of Digital Enterprise’, organizado por el grupo editorial Foundry y la firma de análisis IDC en Madrid a finales de octubre, ComputerWorld charló con el experto en geopolítica José María Beneyto

Además de profesor visitante de la Universidad de Harvard y catedrático de Derecho Internacional, Derecho Europeo y Relaciones Internacionales, Beneyto es abogado y consultor de empresas, ensayista y escritor. Con experiencia en política (en el pasado ha sido funcionario de la Unión Europea, diputado al Congreso con el PP y ha trabajado también en el Parlamento Europeo), Beneyto dirige actualmente el Instituto de Estudios Europeos de la Universidad San Pablo CEU y preside el Instituto Gobernanza y Sociedad, especializado en gobierno corporativo, y el despacho de abogados JM Beneyto & Asociados. 

 

La situación geopolítica actual es complejísima y afecta de lleno tanto al ámbito empresarial en general como a las empresas tecnológicas en particular. ¿Cómo ve el panorama y cuáles son las claves? 

Lo que está pasando es que el mundo se está dividiendo en dos bloques; nos hallamos ante una reversión del orden global creado tras la segunda guerra mundial por Estados Unidos. Ahora, una gran potencia, que es China, quiere generar un orden alternativo. Y esto ha llevado, junto a la influencia de las tres grandes crisis que hemos tenido en los últimos años —la financiera, la generada por la pandemia y la que han propiciado las dos actuales grandes guerras (Ucrania/Rusia e Israel/Gaza)— a que se haya producido una especie de desglobalización.  

China ha cerrado sus mercados y se encuentra en un sistema económico-político muy distinto al de Occidente; esto influye en todas las empresas globales porque las cadenas de suministro y, sobre todo, la obtención de los materiales necesarios para estas, sobre todo para la industria tecnológica, dependen en gran medida de China. Llegados a este punto, no hay que olvidar que el 90% de las tierras raras [como se denomina a los elementos químicos con los que se fabrican múltiples productos, desde móviles a vehículos] provienen de este país, así como el 80% de las baterías para los paneles solares y un sinfín de materias primas. 

El desacomplamiento de China, que es lo que Estados Unidos propuso en un momento dado, es imposible. Este contexto afecta tanto a las empresas multinacionales en general como a la tecnología y al mundo digital en particular que, por definición, es global y no tiene fronteras. De hecho, estamos en un mundo que, desde el punto de vista de la tecnología, cada vez tiene menos fronteras y que tiende a la desterritorialización (sólo hay que observar el auge de los nómadas digitales); sin embargo, el poder sigue siendo territorial, de modo que lo que se está produciendo es un choque de trenes. 

 

 

"El desacomplamiento de China, que es lo que Estados Unidos propuso en un momento dado, es imposible"

 

 

¿Y cómo impacta este contexto a las empresas? 

Por un lado, deben diversificar sus fuentes de suministro; esto es algo en lo que está trabajando la Unión Europea con su objetivo de lograr una autonomía estratégica. Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, lanzaba a principios de este año, en vez de ‘desacomplamiento’, el concepto de ‘reducción de riesgos’ o, como lo llaman, ‘derisking’ en vez de ‘decoupling’, dado que la dependencia que en Europa tenemos de China es tan grande que no podemos eliminarla por completo. 

Este concepto de ‘derisking’, por un lado, persigue reducir la dependencia de China pero también controlar cómo intervienen las empresas de este país en nuestros mercados y proteger sectores estratégicos que cada vez están más vinculados a los temas relacionados con la seguridad, puesto que vivimos en un marco de confrontación de dos órdenes que se están enfrentando. 

Este objetivo conlleva, por tanto, que debemos diversificar nuestras fuentes de suministro porque no podemos depender, en materiales esenciales, sólo de China. Para el mundo tecnológico esto tiene consecuencias importantes porque no se pueden inventar de la noche a la mañana fuentes alternativas de suministro, etc. Y aquí aparece el auge de los conceptos de nearshoring y friendshoring donde creo que es interesante el papel que puede desempeñar América Latina. Tenemos que tener aliados cercanos que nos puedan suministrar los materiales y minerales que necesitamos para reducir la dependencia de China. 

 

Luego en este nuevo orden mundial veremos cómo entran nuevos actores en juego. 

Sí, esa es, desde luego, una de mis tesis: la situación actual constituye una gran oportunidad para América Latina.  

En la actualidad, yo veo tres grandes ejes estructurales: la reversión del orden mundial, con el gran enfrentamiento entre China y Estados Unidos; una transformación tecnológica acelerada e incontrolable bajo la que subyace una transformación estructural brutal que vivimos todos los días; y un cambio de época tras el 11-S y las tres crisis que hemos vivido después: la financiera, la pandémica y la geopolítica. 

El 11-S fue un momento clave donde se mostraron las vulnerabilidades de Estados Unidos; después de este ataque, el país tomó determinaciones como salir de Oriente Medio, donde se había situado como ‘potencia de orden’ (un papel que antes había desempeñado Gran Bretaña durante muchos años) y muchas de las consecuencias que hemos visto después han sido fruto de esta decisión. Este movimiento, además, hizo que hubiera un vacío en el papel de gendarme de la zona que desempeñaba Estados Unidos; un papel que acabó ocupando Irán y otra serie de potencias regionales que han ido surgiendo. De ahí vino la guerra contra el terror, el fracaso de Irak (porque la guerra fue un éxito, pero no la posguerra que, de hecho, fue un gran fracaso), la salida de Afganistán... En definitiva, todo esto es la muestra de la vulnerabilidad de Estados Unidos, que han sabido aprovechar China y también Rusia. 

 

¿Cómo ve las prohibiciones de Estados Unidos a sus empresas de utilizar tecnología de empresas chinas (prohibiciones que se están estudiando también en la Unión Europea...)? 

Es la consecuencia inmediata de la confrontación de China y Estados Unidos y la vinculación entre los temas de seguridad y negocio. Lo malo es que esta interdependencia que todos los países tienen de China, en particular los de Occidente, profundiza también los problemas de seguridad porque es mucho más difícil desvincular los temas de negocio de los de seguridad, porque, en la actualidad, toda la tecnología está relacionada con la seguridad. 

Por tanto, nos encontramos en un momento muy complicado. La UE, en su momento, definió que China sería un partner en algunos asuntos, un competidor en otros e incluso un rival sistémico en otros, pero ¿cómo se separan estas áreas cuando todo se ‘securitiza’ cada vez más? Hasta el hecho de que la geopolítica se ha introducido en el gobierno corporativo de las empresas. Antes nadie hablaba de ésta y ahora todo el mundo lo hace porque impacta en todos los mercados. 

China ya ha anunciado que en 2027 quiere anexionar Taiwán y Estados Unidos no puede dejar que esto ocurra porque supondría mostrar su debilidad absoluta como la potencia hegemónica que ha sido hasta ahora. Por otro lado, hay que entender que la expansión de China es natural, es un inmenso país desde todos los puntos de vista y, aunque ahora esté sufriendo las consecuencias económicas derivadas de su propia situación estructural, es imparable. Es un choque preescrito muy difícil de gestionar. 

Lo que vemos, en definitiva, es un cambio de era, con los tres grandes ejes antes comentados y que también inciden en un asunto fundamental: la manera de hacer la guerra, que ahora se abarata gracias al uso de la tecnología. El uso de los drones, por ejemplo, cambia todo. Lo hemos visto ya en Oriente Medio. 

 

 

"La geopolítica se ha introducido en el gobierno corporativo de las empresas. Antes nadie hablaba de ésta y ahora todo el mundo lo hace porque impacta en todos los mercados"

 

 

Todo esto que comenta hace que la situación para las tecnológicas sea extremadamente difícil. 

Para las empresas tecnológicas, por definición globales, el contexto geopolítico actual es complicado y les obliga a plantearse qué estrategia tomar ante la dependencia de China, teniendo en cuenta aspectos como los deseos de mayor autonomía estratégica de Europa, la preminencia hasta ahora absoluta de Estados Unidos y de China, las cada vez mayores restricciones a las importaciones de productos procedentes de China y a las propias empresas de este país...  

Las tecnológicas están estudiando cómo pluralizar las cadenas de suministro y analizar la llegada a los mercados. En este contexto, hay empresas que están empezando a hacer estrategias duales o plurales, en las que dentro de China y hacia la zona de influencia de China actúan de una determinada manera, y en el mundo occidental actúan de otra distinta (e incluso en países intermedios, que se alían con unos países de un bloque y con otros del otro, también actúan de otra forma). 

A lo que lleva esta situación es a una especie de fragmentación de las estrategias empresariales, que es lo que les está pasando a las empresas tecnológicas en todo el mundo. Además, por otro lado, hay que tener en cuenta que también les impacta el propio ritmo de aceleración de la transformación digital, que es muy difícilmente asimilable por los ciudadanos, pero también por las propias compañías tecnológicas. 

 

Lo estamos viendo ahora con el auge de la IA generativa, que ha explosionado de una forma inédita este 2023... ¿Cómo ve este bum? 

Ni intuimos a dónde nos puede llevar la IA generativa. Cuando ChatGPT salió al mercado, había un movimiento de temor incluso entre los propios diseñadores de OpenAI [propietaria de la plataforma] y en el resto de los jugadores de la industria. Había tal miedo y tal sensación de incertidumbre que han tenido que frenar. Después, en una segunda fase, han argumentado que es mucho menos peligroso de lo que parece. Yo sí creo que la IA puede llegar a alcanzar su propia autonomía. Nos hallamos en una primera fase, pero cada vez se perfeccionará más y es capaz de aprender. 

 

¿Y cómo cree que puede impactar la evolución de la IA al propio orden mundial? De hecho, China es una de las grandes potencias en el desarrollo de esta tecnología. 

Ya estamos viendo su impacto en la forma de hacer la guerra, en los medios de comunicación, en las identidades falsas que surgen... Esto complica aún más todos los temas relacionados con la ciberseguridad. Por ejemplo, con IA se puede controlar el sistema de semáforos de una ciudad, generando el caos. Se pueden replicar sistemas enteros. 

 

 

"Ni intuimos a dónde nos puede llevar la IA generativa"

 

 

Teniendo en cuenta todo lo comentado, ¿qué consejos daría a los líderes tecnológicos en la actualidad? 

Que se centren en dos asuntos: analizar de forma permanente el escenario en el que viven, que es cambiante, y que trabajen para poder anticiparse a lo que pueda ocurrir, especialmente, a las crisis, que, por otro lado, forman parte esencial de la propia capacidad estructural.  



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